Yo no quiero decir nada, pero... a ver qué soy capaz de escribir en 22 minutos?
Make it so you don't have to fake it.
Últimamente le estoy prestando mucha atención a Ryan Holiday, embajador del estoicismo (muy de moda, por cierto). De su libro ‘Ego is the enemy’ saqué la frase del título: ‘make it so you don't have to fake it’, una respuesta de lo más marcoaureliana al peor de nuestros males: el ‘fake it til you make it’-ismo. No banco esa tendencia (que encuentro facilista) porque presenta a la acción como una consecuencia y no como el punto de partida desde el que una persona virtuosa debería vivir, según mis ideas. Otro eufemismo que uso como mantra personal es mood follows action: no importa si ahora mismo sentís ánimo o no, actuá y el ánimo va a surgir. Fue William Faulkner quien dijo, ‘No conozco a la dama inspiración, sólo conozco trabajo, trabajo y trabajo’, y no lo podría haber descripto mejor.
Escribir, para mí, es un mandato. A pesar de que mis entregas estén saliendo cada vez más espaciadas, yo me siento obligada a escribir al igual que un guepardo está obligado a correr: es lo único que sé hacer y me imagino que el guepardo tampoco sabe hacer muchas cosas más.
¿Es soberbio de mi parte decir que sé escribir? No, por el contrario, creo que es de personas humildes el conocerse y hacerse cargo tanto de lo que uno domina como de lo que carece. En mi caso, yo sé escribir, y lo sé porque estás acá leyendo, ¿me equivoco? El punto es que si bien es cierto que mis entregas salen cada vez más espaciadas, tengo muchísimos borradores que termino descartando. Anécdotas que pierden vigencia, intereses que mutan y ya no reconozco como propios, temas que percibo que solo me importan a mí, y demás nimiedades que van quedando en el olvido.
Si bien Faulkner tenía razón, creo que exagera, porque yo sí conozco a la dama inspiración y seguramente él también. El libro es arte y el arte no es solo trabajo; incluso a veces ni siquiera lo es. Pero cierto es que hace mucho no me inspiro (no me inspiran). Soy un cliché caminando y cuando me enamoro escribo poesía. Hace mucho que no escribo poesía. El estoicismo habla de la emoción y de lo peligroso y poco recomendable que es actuar desde la emoción. En fin, el punto es que ya pasaron los veintidós minutos y hasta acá logré escribir. ¿Ustedes sabían que veintidós lleva tilde? Yo me acabo de dar cuenta.
Hasta la próxima, babies!