pero afuera está pasando de todo.
Mastiqué mucho mis ganas de hablar acerca de lo que para mí es el privilegio. De chica, mi mamá me enseñó que la diferencia entre la hija del portero y yo, no era mi posición económica sino que yo tendría la obligación moral de ser consecuente con esa posición de privilegio.
Los eventos de los últimos días hicieron que me resultara muy fácil reconocer al privilegio en todos lados.
En USA algunos se estuvieron manifestando por el caso #BlackLivesMatter. Otros aprovecharon para tomarse una birrita en la vereda. Y esto me llevó a pensar en que el privilegio, en general, sin importar la etnia, el género o grupo social al que se pertenezca, es principalmente el privilegio de no estar enojados. Es un lujo incómodo ver pasar una protesta y pensar que ése otro está “enojado”, enfocándonos en lo escandaloso de su ira, sin empatizar con su causa a pesar de que no sea la propia. Una de las primeras veces que se me presentó la oportunidad de reflexionar seriamente al respecto fue gracias a una obra de teatro, “Mueva la Patria”, que recorre la historia argentina buscando explicar cómo fue que el negro cabeza se convirtió en un negro cabeza.
Uno de los eufemismos detrás de los que nos escondemos los privilegiados en este momento histórico es el discurso de los “héroes de la pandemia”. Amanda Hess tiene un muy buen punto al respecto, pueden verlo acá. Amanda también dice que los comerciales de la pandemia se parecen tanto entre sí que podrían haber sido hechos por un ‘bot’. Me quedo pensando si es tan inocente como para creer que las mentes humanas no están moldeadas para pensar todas igual.
Para ir cerrando este tema, una última reflexión: ¿cuál creés que es tu privilegio?
Saber y creer son dos cosas bien diferentes.
Nuestras mentes son paleolíticas. Esto significa que el último ‘upgrade’ que nos dotó de un cerebro como el actual sucedió hace al menos 200.000 años, y no han habido actualizaciones de software desde entonces. Esto significa que nuestra capacidad para razonar es más o menos la misma que la de los primeros humanos y surgió con un fin solo: el de cooperar. En un mundo como el actual, donde la información abunda, el desafío pasa entonces por procesar y comprender ese montón de datos y convertirlos en combustible útil para nuestra especie. Sin embargo, pudiendo razonar, no siempre lo hacemos. ¿Qué pasa cuando un impulso primitivo es más fuerte que la razón?
La “Donación de Constantino” es un documento trucho, que se mantuvo vigente durante siglos, permitiendo a la Iglesia Católica intervenir en las decisiones políticas de Roma, otras regiones de Italia, Judea, Grecia, y lo que conocemos como el Imperio Romano de Occidente (un montón pero un montón de tierra). El documento supuestamente databa del año 300, pero en realidad fue confeccionado por el papado aproximadamente en el año 750 a modo de retro-planning para ganar una disputa política frente al Imperio Carolingio y fue recién en 1440 que un lingüista demostró su naturaleza falsa. A pesar de haber ocupado de manera ilegítima una posición de poder político durante siglos, y de haber sido expuesto el fraude, la Iglesia Católica sigue firme cuál rulo de estatua opinando acerca de cuanto tema importe en occidente.
Una de las primeras teorías conspirativas literarias, llamada “Los protocolos de los sabios de Sion” es en cambio una calumnia, una pieza de propaganda falsa que buscó denigrar a los judíos haciéndolos posar como los líderes de un complot para dominar el mundo a través de los medios y las finanzas. Lejos de presentarlos como creadores de proezas, tal como lo que encontramos alrededor de las teorías illuminati o masónicas, el material fue premeditadamente escrito en un tono tal que el resultado de su lectura fuese el de un odio antisemita profundo. Demás está aclarar que fue libro de cabecera del nazismo y que continúa vigente entre las mentes más ignorantes de nuestra generación. Si vieron Jojo Rabbit quizás ésto les recuerde al libro sobre los judíos que prepara el protagonista ;)
Lo sé, parece que estos tres hechos aislados que acabo de relatar no tienen mucha relación entre sí. Pero para mi hablan los tres de lo mismo: de nuestra capacidad inmensa para razonar, concluir y calcular, haciendo corto circuito con nuestro instinto de enfrentarnos para sobrevivir. Pienso que la razón para este desperfecto puede ser el sesgo de confirmación.
Los humanos dominamos el mundo gracias a nuestra capacidad para cooperar a gran escala. Y paradójicamente, esa red de cooperación que nos permite a unos enfocarnos en unas tareas mientras otros se enfocan en otras y así mantener el mundo andando, puede que sea la responsable de que nuestro cerebro se haya ido achicando de 40.000 años a esta parte.
Una tranqui para terminar.
De corazón: si llegaste hasta acá, te admiro. Ni yo sé qué quise decir en los dos textos anteriores. Esta semana fue difícil, y creo que mis pensamientos rondaron por barrios más oscuros. Hace cada vez más frío en Buenos Aires y hace cada vez más días que no salgo de mi casa.
Les voy a regalar entonces una recomendación, que vino de la mano de mi amiga Lelu. Es una plataforma que se llama Radiooooo y sirve para descubrir música de una manera súper divertida, pudiendo navegar el mapa filtrando año, ritmo y “nivel de rareza”. La primera que descubrí me pareció una joyita, se las dejo acá abajo.
Casi me olvido, hará 10 años escribí una serie de chistecitos. Le pedí a Raw que los ilustre porque mis intentos de dibujante no llegaban ni a instancia de borrador. Los voy a ir soltando por acá a medida que cobre coraje. No tienen contexto así que les pido paciencia: recuerden que soy solo una mujer blanca de clase privilegiada cuyo cerebro ha decrecido en un 10% comparado a sus ancestros.
Hasta la próxima, babies!