Seguramente alguna vez dijiste o escuchaste a alguien decir “pensábamos que para el 2020 los autos iban a volar”. Tremendo cliché. El 2020 es, para muchos de mi generación, el peor año vivido hasta el momento. Y digo esto considerando que ni a mi, ni a vos, ni al resto de los lectores de este newsletter probablemente nos haya pasado algo seriamente grave durante la pandemia, más allá de estar encerrados hace cien días sin poder salir a pasear o ver a nuestras amistades y familias. En lo personal, puedo asegurar que este viene siendo un buen año, disculpen mi optimismo, pero tendrían que estar en mis zapatos para entenderlo.
Volviendo al punto, la creatividad que nos caracteriza como especie está todavía en punto de efervescencia, así que recopilé para todos aquellos que estén hartos del silencio de la soledad, una serie de recursos para simular que están en un entorno parecido a nuestra buena y añorada vida anterior. En el año 2020, lo más futurista que tenemos es simular que estamos viviendo en el pasado.
En alguna edición anterior les había traído ejemplos similares, pero es que ahora me topé con sonidos de oficina y me pareció que ya habíamos ultrapasado los límites del absurdo y era pertinente compartirles estas nuevas ofertas (?) A mi me gustaron.
¿Derechos de autor en Internet?
En mi trabajo suelo ser la fuente de referencia para consultas relacionadas con el Derecho de Autor. ¿Por qué? Porque soy una entusiasta del tema. Estudiando Cine aprendí sobre Derecho Cinematográfico, y debo haber quedado enganchada con la materia porque el tópico siempre me llamó la atención. Es un debate que da para horas y tiene diversos enfoques, pero lo voy a tocar muy por encima.
En líneas generales el copyright existe para proteger a un autor del plagio y el uso ilegítimo de su creación. Esto es, para que si Carlos pintó un cuadro, el dinero de la venta le ingrese a él, o si alguien quiere decir en una reunión "qué lindo lo que pintó Carlos” diga Carlos y no diga Rubén, porque Rubén no pintó ese cuadro, lo pintó Carlos. Con el resto de las obras pasa algo muy similar, sin embargo hay ciertos espacios, muy vastos, donde enlazar una obra a su autoría parece casi imposible: Internet. Luego vuelvo a este punto.
El derecho de autor tiene su razón de ser en su carácter de protección. ¿Pero y qué pasa con el aspecto más “blando” de la autoría? ¿Qué pasa cuando al autor no le interesa el crédito? ¿Eso existe? No estoy hablando de autores anónimos (dicen que eran todas mujeres que no podían firmar sus obras), si no de autores desinteresados, altruistas de la creatividad, ¿existen? En mi teoría existen, y son los creadores de los memes. Si bien algunos memes “escalaron” tanto que se pueden rastrear sus orígenes, la idea del meme dista de ser un bien propietario, es más bien una pieza cuyo valor intrínseco está en el mensaje, no en el autor. Es por eso que los memes suelen carecer de calidad estética y muchas veces se trata de re-interpretaciones a partir de obras existentes, éstas sí, alcanzadas por los derechos de autor. Un autor de un meme bien podría registrarlo, sin embargo no lo hace porque al enmarcarlo bajo las reglas del copyright, lo limita. Y ya sabemos que si un meme no se mueve, no es un meme.
Así como existen los promotores culturales, los representantes de artistas y los editores de libros, en la era de internet existen los curadores de memes. Son personas que se dedican a compilar y distribuir, con cierto criterio, creaciones de terceros. Seguramente sigas a alguno que otro, pues simpatizás con el tipo de contenido que te traen, hacen el trabajo por vos de “salir a pescar” el generador de risas del día y te lo entrega en tu red social de confianza, pero principalmente en Instagram (esta afinidad entre Instagram y estos chupa-sangres no es para nada casual, lo dejamos para otro día). ¿Por qué los expongo? Porque ellos sí defienden su ¿propiedad intelectual?, miren este ejemplo:
elKilombo -autor de este meme- no sacó la foto, ni pensó el chiste. Lo sé porque ese mismo chiste lo ví antes en otra cuenta y a no ser que estemos ante una proeza del humor, que maneja el monopolio de las cuentas de memes en diversos idiomas (consumo memes en portugués e inglés, sé de lo que hablo), me atrevo a confirmar que este meme, al igual que muchos otros, es una copia o re-escritura de otro meme anterior. Pero ojo que esto último está bien, el meme es más una fórmula que un trabajo terminado. Lo que me gustaría traer sobre la mesa es la marca de agua: ¿por qué aplica sobre la pieza final el “derecho de autor” pero no sobre la fotografía de base? Por si estás internamente defendiendo a la gente de elKilombo, quiero contarte que estos chicos hacen plata con estos memes. y eso me parece buenísimo, pero más me gustaría que un porcentaje generoso de ese dinero le llegara al fotógrafo.
Ahora bien, esa foto parece una foto casera, un chiste doméstico. Quizás al fotógrafo no le importe que elKilombo lucre con lo que él no logró lucrar. ¿Qué pasa entonces con los memes que usan de base imagenes ampliamente protegidas por derechos? ¿Por qué Matt Groening no se pone la gorra con los memes de Los Simpsons? ¿Por qué Instagram permite que una imagen como estas de Cenicienta y la Espada en la piedra sean usufructuadas y protegidas con una marca de agua por alguien que no tiene derechos legales sobre ellas?
Instagram tiene recursos tecnológicos suficientes para evitar este tipo de uso, sin embargo, hace excepciones con algunos usuarios.
Ustedes van a pensar que yo tengo una fijación con el tema (y quizás si) pero es que pensando en “quién es dueño de las imágenes” me resulta inevitable reflexionar acerca de la violenta industria del porno, y me viene el caso de Mia Khalifa (a quién ya cité en mi newsletter anterior) y los fans del K-Pop, que una vez más dieron la nota hackeando los resultados de búsqueda en Pornhub y sitios similares (bah, poniéndolos a laburar porque es algo que arreglan en un abrir y cerrar de ojos) para ayudarla a que mermara el lucro de terceros a costa de su imagen y su angustia. Si hay un espacio en el que los derechos se ignoran más que en ningún otro creo que es en la industria del porno.
Hablando de tabúes.
Resulta que un tiempo atrás, me enteré de que existe literatura dedicada a hablar sin tapujos acerca de las finanzas. En nuestro país no es muy habitual divulgar cuánto se gana, y aún peor que eso: es habitual fingir que se gana más de lo que uno en verdad recibe. Podríamos decir que no tenemos un cultura muy saludable alrededor del dinero. Somos un país del sur global, y nuestra relación con las finanzas deja mucho que desear. La mayoría de nosotros no sabe bien cómo administrar su dinero. Y si hablamos de la relación entre las mujeres y el dinero, el escenario es aún más preocupante, por más de un motivo.
Así como no nos enseñan a jugar a la pelota desde chiquitas (al menos a mi generación), tampoco nos enseñan a invertir. Si a ese analfabetismo financiero le sumamos el factor brecha salarial asociado a género, el resultado es muy desfavorable. Las chicas de Ladies Get Paid se ocupan de dar tutoría a mujeres con el objetivo de ayudarlas a avanzar en sus carreras, siempre con el foco puesto en lo financiero. Si una mujer pudiera ganar lo mismo que un hombre que ocupa un puesto idéntico, e invirtiera esa diferencia de capital, maximizaría sus ganancias de manera que retirarse del mercado laboral (jubilarse) le costaría un 20% menos que lo que le cuesta en el contexto actual. Ésto es, por cada 1 dólar que ahorra un hombre, una mujer debe ahorrar 1,25 para llegar a jubilarse con las mismas comodidades, gracias a que durante el largo de su carrera (en puestos iguales) ganó por debajo de su par masculino.
Por supuesto que las mujeres no somos las únicas vulneradas en este sentido, hay muchas otras personas, otros grupos, que son igualmente víctimas de las trampas de la economía. Porque claro, el problema no pasa solo por cómo invertir sino también por cómo gastar. Un concepto que ya hace unos años ocupa bastante mi interés es el de inclusión financiera, que tiene distintos niveles de aplicación, podemos partir de un Muhammad Yunus y llegar hasta un proyecto como este que les comparto hoy, que no conozco todavía en profundidad pero me llegó a través de una conocida de confianza, y que pienso investigar: Salvador Morlacos, una plataforma colaborativa de educación financiera.
Te dejo unas preguntas, así de atrevida que soy nomás: ¿Cuántas personas saben cuánto ganás o facturás? ¿Por qué pensás que es algo tan íntimo? ¿Qué creés que dice de vos tu nivel de ingresos?
Bueno, se fue Julio nomás.
Hace un par de días falleció mi amigo Julio, es gracioso porque se fue Julio y llegó julio. No, ya sé que no es gracioso. Mi amigo Julio era en verdad mi profesor de Montaje de la facultad. Tenía 80 años, era viudo y estaba bastante solo, sus hijos lo habían dejado un poco de lado sobre el final de su vida. Con un amigo lo invitamos un par de veces a tomar algo y hablar de cine, y sabemos que lo hicimos muy feliz en sus últimos meses gracias a ese espacio de encuentro e intercambio. El hecho es que antes de morirse me clavó el visto en WhatsApp y no se me va de la cabeza si me habrá leído o no. ¿Se habrá ido con ese mensaje presente? ¿Me habrá puteado por interrumpirlo justo antes de morir? En clase siempre me retaba porque me reía y le interrumpía la lección, así que me imagino que debe haber pensado algo así como: “Dulce, ¿es mucho pedirte que hagas silencio?”
Muchos me dijeron que mis mails van a parar a cualquier casilla menos la inbox, generalmente a la de Promociones. Lamentablemente no tengo ninguna promo para ofrecerte, lo único que puedo hacer es pedirte que si leíste este mail y te gustó, lo muevas a tu casilla principal, y/o lo marques como "not spam” para que el próximo te llegue derechito y sin escalas.
Nos vemos en dos semanas, babies!